El mundo sin lugar a dudas lo percibimos a través de nuestros 5 sentidos, sin ellos el mundo ya no sería según lo conocemos y nos parecería muy extraño.
Sin embargo todos tenemos nuestro sentidos de alguna manera en alerta ya que a lo largo de la historia y de nuestra evolución estos nos han mantenido vivos y son claves para una constante supervivencia.
Si bien es cierto, así como podemos tocar el corazón de otra persona para enamorarnos y saborear el gusto de la carne y piel para reproducirnos como procesos básicos para la prevalencia de nuestra especie. También vemos la mentira y el engaño del alma a través de los ojos y olfateamos el peligro a distancia inminente para nuestra supervivencia.
Dicen que los hombres se enamoran por la vista y las mujeres por el oído pero lo que sí es una regla universal, al menos para la especie humana es que necesitas de ambas para sobrevivir ya sea en la ciudad, como en la selva.
Los sonidos de la ciudad los debemos tener muy presentes ya que se componen esencialmente de sonidos artificiales que estamos acostumbrados a oírlos, creados por el hombre quizás algunos a su conveniencia.
Hay sonidos agradables como una buena música o el tranquilo sonido de una lluvia de madrugada.
Pero por otro lado hay sonidos estresantes y repulsivos como la de taladros, cornetas, ambulancias, grúas, un vecino gritando con un inapropiado vocabulario, etc.
La selva peruana nos aparta un poco de esta traumático tormento. Sin embargo no crean que lo único que van a escuchar es la melodiosa cascada a lo lejos comparable al bosa nova.
Al referirnos a la selva peruana hablamos en gran parte de selva amazónica y de inmediato se nos viene a la cabeza pensar en anacondas gigantes, pero la realidad es que va más allá de eso.
Dentro de este gran gigante verde apreciamos sonidos parecidos a los de la ciudad pero no es tan callado los domingos.
La selva se divide en alta y baja alberga millones de diferentes criaturas vivas y peligrosas, se podrán imaginar los sonidos en las noches que recorren desde Piura hasta Cusco, claro, si los zancudos te permiten escucharlos ya que te torturan como los impuestos a pagar.
Selva Baja
Los protagonistas con su belleza y sonidos son las guacamayas, viven en pareja en la copas de los arboles un poco más alejado de los peligros latentes.
Bajando solo un poquito más en los troncos de los arboles más altos, habitan los monos ardillas que con sus gritos desde lo más alto pensaras que te caerán encima
Sobre volando los cielos se encuentra una cazadora intrépida y siempre te estará observando desde lo más alto y se trata del Águila arpía que con solo el chillido pone a temblar a muchos.
Oirás las ranas en la noche y si escuchas un Otorongo o un trueno en la tierra será mejor que empieces a rezar.
Selva Alta
En esta parte de la selva predominan las aves el ambiente y se torna más ruidoso.
El Quetzal es un ave que su canto parece el eco que produce un aplauso, es peculiar y raro.
Si nos acercamos a las lagunas y ríos oiremos un bello cantar del Mirlo acuático resulta inspirador escucharlo en las mañanas.
Pero no todas las mañanas serán así ya que hay aves como el Gallito de las rocas que su cantar parece el sonar de una licuadora o el de estruendoso cantar del ave Paucar.
Al igual que el Quien Quien que es un cuervo disfrazado de ave colorida y podrán imaginar el tenebroso sonido.
A todo esto se le une el unánime sonar de la orquesta de los insectos, el sonar de la madera y de la vegetación al pasar un animal escurridizo es para erizarte la piel. ¡No podemos negar que esto es verdaderamente místico!